Time lapse personal
Como a otros muchos fotógrafos la pasión por la fotografía me la inculcó mi padre desde joven. Empecé haciendo fotos a mis amigos, retratando aquellos maravillosos momentos vividos -Centro Juvenil- y en la bulliciosa vida universitaria. Sin embargo, donde realmente descubrí la magia de la fotografía fue en la Real Sociedad Fotográfica.
Comienzos en la Real Sociedad Fotográfica
Aunque han pasado muchos años desde que fui socio de esa insigne asociación, situada en aquel entonces en la madrileña calle del Príncipe, aún recuerdo con nitidez la escalera de madera que daba acceso a la sede, el crujir de sus desgastados peldaños, notarios mudos del paso de numerosas figuras ilustres de la fotografía y que, a la postre, hicieron de la RSF en ese tiempo uno de los referentes más importantes y pioneros de este arte en España.
Recuerdo con emoción, casi desbordada, cuando entraba en la sala principal con mi fotografía bajo el brazo. Lo primero que veía tras pasar el vestíbulo, era la hilera de sillas de madera dispuesta alrededor de las paredes del salón formando una gran "U". Sus respaldos vacíos esperaban a que el vocal de blanco y negro apoyara las fotografías sobre ellos para que, seguidamente, el jurado comenzara el fallo público del concurso social. Era momentos expectantes. Seguía con febril atención atención los comentarios de los próceres sobre las fotografías que sostenían en sus manos, cada observación sobre tal o cual aspecto destacado, para alabar o denostar. Eran tiempos de aprender de los maestros que nos enseñaban a ver una imagen. El instante culmen llegaba cuando cogían mi fotografía y, expectante a sus observaciones, experimentaba una desmesurada alegría cuando la pasaban hacia los primeros puestos o de una contenida desilusión cuando la desplazaban hacia atrás. Fueron instantes mágicos vividos con gran intensidad y que me marcaron para siempre en este arte. Allí conocí a varios miembros de la afamada Escuela de Madrid: Gerardo Vielva, Sigfrido de Guzmán, Gabriel Cualladó y Fernando Gordillo, quienes pude ver unas veces como jurado de los sociales y otras, incluso, participando en alguno de ellos. Pero, a quien realmente tuve fortuna de conocer, fue a Gerardo Vielva, Presidente de la Real Sociedad Fotográfica y amigo de la familia, del que solo puedo expresar mi admiración y gratitud, no solo por ser una excelente persona con una desbordante humanidad e intelectualidad, sino también por ser un gran divulgador entregado plenamente a difundir la Fotografía como un arte, con F mayúsculas. Fue allí donde aprendí lo que significar la fotografía como expresión artística.
Etapa de transición
Al finalizar la carrera de Geológicas realicé dos cursos avanzados de fotografía en el CEV. Mi vida profesional comienza en un laboratorio, ocho años revelando y positivando. Luego di el salto a la fotografía industrial y de bodegón. Un periodo que me permitió crecer fotográficamente.
Salto al mundo editorial
Sin embargo, el paso más importante en mi vida profesional fue la incorporación al mundo editorial a través de la revista Súper Foto Digital, de la que pasé a ser director al año de su lanzamiento y que durante veinte cuatro años, casi media vida, he estado al frente. En el transcurso de ese tiempo he tenido ocasión de conocer a numerosos fotógrafos que publicaron en la revista, con algunos de los cuales se ha fraguado una amistad que permanecerá siempre como parte de nuestros recuerdos, Benito Mallol, Antonio Liébana, Gabriel Brau, Juan Carlos Muñoz, Luis Manuel Iglesias, María Antonia García de la Vega, Antonio Cabello,...
Uno de mis objetivos, además de acercar la fotografía de forma sencilla a los aficionados, fue la disposición permanente a que las páginas de SFD fueran un soporte para ver y disfrutar de las obras, no solo la de los maestros, sino también la de los nuevos artistas, algunos de los cuales han mostrado su talento alcanzando reconocimiento y prestigio en el panorama actual de la Fotografía española.
Durante todo ese periodo editorial he tenido la ocasión de probar y testear prácticamente todas las cámaras fotográficas desde las réflex tradicionales de película, mal llamadas analógicas, hasta las últimas cámaras digitales, además de gran número de objetivos. Transcurrido tantos años, ahora puedo ver a cámara rápida la increíble evolución tecnológica de los aparatos fotográficos, algo que me resulta realmente espectacular, entre otras cosas porque nací en la era del haluro de plata.
Evolución de mi equipo
Mi primera cámara fotográfica fue la entrañable Kodak Retina, en la que el diafragma, la velocidad y la distancia se estimaban a ojo, y mi última adquisición, la Fujifim X-100 V. Desde la primera hasta la última he pasado por varias marcas. Mi primera réflex fue una Pentax Spomatic, luego vino una Nikon F, F2 Photomic, F 801, FE2 y FM2. El salto a las réflex digitales vino de la mano de las Cuatro Tercios Olympus E-510 y E-1. Seguidamente me pasé a Canon con la EOS 50D, EOSD 60D, EOS 7D y EOS 6D. Después de trabajar y probar numerosas cámaras, tomé la decisión de pasarme a las Fujifilm por su excelente relación entre portabilidad, ergonomía y prestaciones. Mi equipo actual se compone de la Fujifilm X-100 V y de la X-T4, además de varios objetivos Funijon, la mayoría de focal fija.
Ahora…
Ya jubilado, me ha llegado el momento de disfrutar de la fotografía con libertad, creatividad, sin velos. Experimentar mis sentidos es como navegar nuevamente por un mar repleto de imágenes en constante descubrimiento.
Jorge F. Coma